Ciudadano, por otra parte, es aquello vinculado con la ciudad (una
zona urbana con una elevada densidad poblacional, una economía enfocada hacia
lo no-agrícola y un importante desarrollo de infraestructura).
La idea de cultura
ciudadana refiere a las normas
y los valores compartidos por los habitantes de una localidad. En este
caso, lo ciudadano se refiere sobre todo a la dimensión política de las
personas, que tienen derechos y
obligaciones en el marco de la sociedad en la que viven.
La
cultura ciudadana engloba la protección y la promoción de estos derechos, que
permiten la convivencia pacífica entre
las personas y que resguardan el patrimonio
común. El vínculo entre cada persona y el entorno, su conducta en los
espacios públicos y su participación en la toma de decisiones respecto
a los intereses comunitarios forman parte de la órbita de la cultura ciudadana.
Podría decirse que fomentar el cuidado de los
parques y plazas y el respeto por las normas de tránsito son acciones que
forman parte de la cultura ciudadana. Una persona que arroja residuos en la
calle o que no denuncia un delito cuando es testigo directo del mismo, en
cambio, evidencia falencias en su formación en cultura ciudadana ya que no
cuida el bienestar comunitario.
Para ahondar en la definición de cultura ciudadana,
es posible abordarla desde tres puntos de vista diferentes: descriptivo,
normativo y prescriptivo, de manera que el concepto se pueda apreciar en toda
su magnitud. Desde una perspectiva descriptiva,
por lo tanto, la cultura ciudadana se entiende como el conjunto de costumbres,
reglas, acciones y actitudes que los individuos de una comunidad determinada
deben compartir como mínimo requisito para que puedan convivir en armonía y
sientan que pertenecen al
mismo grupo.
Desde un punto de vista normativo, por otro lado, la
cultura ciudadana no es otra cosa que una visión
constructiva y productiva de convivencia, conformada por el cumplimiento
de las leyes, la tolerancia,
la ausencia de violencia, el respeto por los proyectos que se llevan a cabo en
la sociedad, el interés por los espacios públicos, el compromiso de cumplir con
las obligaciones ciudadanas, la confianza y la voluntad de colaborar con el
resto de los individuos.
Finalmente se encuentra la perspectiva prescriptiva, que ve la cultura
ciudadana como un enfoque de política pública que se orienta al crecimiento del bienestar de
los habitantes de una comunidad por medio de ciertos comportamientos que todos
deberían respetar. Se trata de un punto de vista que conlleva un compromiso
tanto de los ciudadanos como del Estado para garantizar que los primeros hagan
su parte a la hora de proteger sus derechos y que el último exija que se cumpla
la ley y luche contra la corrupción en todas sus formas.
Existen diversos recursos que ayudan a detectar y
estudiar fortalezas y debilidades en el estado de la cultura ciudadana, y uno
de los más comunes es la encuesta. Por medio de campañas en las que se invita
al pueblo a responder un cuestionario de forma absolutamente voluntaria es
posible analizar cuál es su grado de compromiso, cuánto sabe acerca de sus
derechos y sus obligaciones para con su comunidad, qué quejas y sugerencias
tiene para mejorar la calidad de vida,
y cuánto confía en que la sociedad pueda alcanzar los objetivos que se propone.
Cabe mencionar que el hecho de negarse a participar
de una encuesta de cultura ciudadana es en sí mismo un dato que
afecta los resultados generales, aunque existan casos de fuerza mayor que
impidan la colaboración.
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